viernes, 10 de abril de 2020

QOM

Los años anteriores al cordobazo en Argentina estuvieron impregnados de una nueva corriente existencial vinculada a la defensa de las libertades y al respeto por las minorías étnicas. El mayo francés y la crítica a las políticas Norteamericanas en América Latina dibujaron un universo político y anímico en una juventud que se volcó con los movimientos musicales, artísticos y de pensamiento crítico y revolucionario.

En ese marco, los jóvenes nos solidarizábamos con nuevas lecturas y con el interés por viajar y conocer en primer término las distintas realidades de nuestro extenso país. Yo trabajaba y estudiaba con una amiga cuya familia vivía en la provincia del Chaco, cuya capital resistencia tenía una reserva. De una de las etnias indígenas de esta zona del Chaco central, llamados Tobas. Decidimos viajar a visitar a su familia, su padre gerente de un ingenio de algodón, su madre y sus ocho hermanos nos recibieron con mucha cortesía. Vivían en una pequeña provincia, Charata. Después de unos días viajamos a resistencia para conocer la reserva indígena que regenteaba la iglesia en esta comunidad

Quedamos maravilladas de su artesanía, una cerámica negra, botijos y ánforas que esculpían los rostros de la etnia con gran fidelidad. Nos llamó la atención que esta importante colectividad hubiese quedado marginada y confinada sólo en una pequeña reserva cuando probablemente su existencia pobló toda esta comarca en otro tiempo. Compramos y llenamos nuestras mochilas con su arte y pasamos a Asunción del Paraguay a encontrarnos con amigos que estudiaban en nuestra provincia y que nos esperaban allí para mostrarnos esta tierra Guaraní. Tengo que decir que este viaje para mi y para mi amiga fue un viaje iniciático que marcó nuestro corazón y nuestra cabeza para siempre. Una realidad, la del indígena, que subsiste sin apenas cambios en todos los confines donde las minorías étnicas se refugian sólo en sus tradiciones. Regresamos cargadas de imágenes vitales y de estos botijos de barro negro que me acompañaron hasta que dejé Argentina en el 76. La presencia del yaguareté a veces se aparece en mis sueños.


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