jueves, 4 de junio de 2020

MIS TÍOS

Comerciantes todos, tenían camiones o furgonetas grandes o camionetas como la chevrolet que tuvo siempre mi padre para ir al campo y donde viajamos todos turnándonos para acompañar a mis padres en la cabina delantera. El día que hacíamos el viaje  ya estaba acordado de antemano quien buscaba a quién y en cuál de los grandes rodados nos tocaba hacer el trayecto. Era mi padre quien disponía el organigrama . Generalmente el tío augusto, hermano de mi madre nos buscaba con toda su familia , lucía, su esposa y sus tres hijos, lita, cholito y pocho, al alba, recién aclaraba el día y llegaba el camión organizado para el evento. 

Mis padres acompañaban a mis tíos en la cabina y nosotros cinco , más los tres primos más los amigos nuestros invitados y que habían dormido en casa la noche anterior,  más mi tía alicia que era la encargada de poner orden entre los niños y jóvenes y tengo que decirlo, lo hacía bien, tenía carácter, como todas las hermanas de mi madre, dos rasgos del carácter familiar, seguridad y delicadeza en el trato, con estos dos elementos se consigue un tono alegre y ordenado que siempre me gustó y dio buenos resultados, mientras nosotros buscábamos sitio sobre las mantas y cojines tirados en el suelo, mis padres y mis tíos  iban colocando los canastos, los bolsos, las sillas plegables, dos reposeras que mi padre colocaba siempre para dormirse la siesta con mi madre después de esos festines y bajo la fronda frescas de los árboles, los fuentones con las sandías, los bidones de agua, los cajones con bebidas, las asaderas, las ollas de clericó , las ensaladas diversas y así hasta que se cerraba con llave la puerta de mi casa ante el grito contagioso de todos nosotros que gritábamos vamos vamos ya dejen de cargar cosas. 

Desde allí íbamos a recoger a mis tíos luciano, primo de mi padre, de apellido caminos como él,  su esposa teresa y a su madre dolores, la nona española que nos hacía paellas cuando los visitábamos en su casa, y sus tres hijos, Rubén, que estudió medicina con mi hermano pablo y eran muy amigos, miguel que me arregló la renoleta R12 en su taller mecánico y que al venderla, antes de dejar argentina. Hacia el  exilio , nos permitió pagar nuestros pasajes de avión y doly, mi querida prima un año menor que yo con quien compartí muchas alegrías de pequeña pero que no volví a ver más al entrar en la adolescencia. Este tío luciano, era mi padrino, tenía una inmensa carpintería y me regaló cada domingo de pascua un silloncito hamaca, sillas plegables, muebles para mis muñecas, tdos juguetes hechos con sus propias manos y que pintaba de color naranja porque sabía que era mi color preferido, tenía una moto y llegaba a casa con los regalos atados detrás  y yo lo esperaba en la puerta a la hora del vermouth , que lo tomaba, dejaba su regalo, deseaba felices pascuas y se iba a comer la paella de pascua con esa familia de ascendencia española. Tan querida por todos nosotros. Cuando empezaban a cargar los tablones para armar las mesas del merendero, junto a los caballetes, más las comidas españolas que adjuntaba la tía teresa, aquello se hacía interminable para los que esperábamos pacientemente para arrancar hacia el destino de sombras y río. Cuando el camión arrancaba  con todos los que se iban sumando, cantábamos canciones que nos enseñaba doly del cancionero español que le transmitía la nona Dolores.

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