jueves, 4 de junio de 2020

SENTADOS EN EL PATIO

Qué bullicio continuo había en mi casa. Mi madre acomodaba camas y colchones y sofás, agregaba. Mantas y platos en las mesas supletorias, todo era poco cuando llegaban a casa los parientes del norte. Venían a sumarse a una familia donde ya habían cinco hijos y una tía, la hermana pequeña de mi madre que vivió  con nosotros. Mi abuela era mi favorita y me apuntaba siempre a dormir con ella, lo lograba por ser  la menor de los cinco hermanos. Para mi madre el trabajo que se sumaba al ya cotidiano  quedaba compensado  con creces por la enorme alegría que le significaba pasar días con sus hermanas o hermanos y con su madre, a los sobrinos los incorporaba como agregados a los cinco que ya conducía sin agobios en el día a día. 

Para mi padre la complejidad del trajín hogareño era un estímulo para dedicarle más horas al trabajo político en el comité regional del partido radical con lo que podía ausentarse más horas de casa sin que nadie recriminase su ausencia, es más se agradecía el que los horarios de comidas y de  sueño, se flexibilizaran lo máximo permitido. Con esto quiero decir que se disfrutaban los momentos del aperitivo, el recreo a las doce, sagrado para los del norte y en especial para mi abuela raquel que no se perdía por nada del mundo el vermouth zinzano con una picada de quesos y embutidos, cortados en daditos a los que se sumaban las aceitunas verdes y negras y las tan apreciadas por mi abuela; las anchoas en sal. 

Cuando los hermanos Nicolle y mi abuela se sentaban en la mesa redonda del patio sombreado de mi casa, a tomar el aperitivo, se hacían las 1 o las 2 entre risas, recuerdos y las carcajadas de mi madre y nosotros merodeábamos los fogones esperando los tallarines con salsa boloñesa o los ñoquis que hacía mi abuela o las torres de milanesas con puré y ensaladas variadas que iba sacando a la mesa nuestra querida maría, una empleada muy querida que ayudó a mi madre en todas las tareas de casa y que  cuando mi madre falleció pasó a colaborar con mis hermanas. Todas las historias orales que yo recuerdo, las recupero de esos momentos expansivos que se vivían en mi casa  en esas mañanas compartidas y llenas de luz con la familia nicolle casi al completo.

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