que se transforma rápidamente
en alegría cuando por las razones que sean, el pensamiento me lleva a mi
antigua casa madrileña, en la calle san mateo 12. Aquí viví casi treinta años y
fue el escenario de la adolescencia y juventud de mis hijos Paula y Antonio,
aquí montaron sus primeros tableros para cursar ambos, la carrera de
arquitectura, aquí festejaron sus cumpleaños con amigos, con profesores y
compañeros de carrera, aquí jugó mi nieto hasta cumplir sus 13 años, cuando
bajaba desde noruega, su casa, con su madre a pasar veranos o vacaciones de
invierno, en esta casa donde recibí a toda mi familia y la familia de mario
cuando llegaban desde argentina. Bueno este tema lo trataré más detenidamente
más adelante. Vino a mi pensamiento porque hablando de los muralistas
mexicanos, recordé que tuvimos siempre en la cocina de casa un posters de Rufino Tamayo con su universo de sandías coloristas y casi cubistas, uno de
diego rivera con la mujer mexicana con su fardo de calas a la espalda y
que siempre me recordó a las cajas de calas que armaba mi madre y que viajaban
hasta cuchi corral en santiago del estero para honrar a sus muertos. También
colgaba de las paredes de la cocina, un dibujo de rafael alberti, colorista ,
sutil y muy poético como todos los dibujos con los que rafael albert ilustraba
sus propios poemas, poemas de esa arboleda perdida a la que él también hace
referencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario