jueves, 9 de abril de 2020

Los cinco en la maleta - - - - -

Empecé un cursillo de ingreso para hacer literatura y al mismo tiempo me matriculé en el taller libre de Bellas Artes. Me sentía con ganas de expresarme después de aquélla etapa de sufrimiento que me había producido la  enfermedad y la muerte de mi madre. Al cabo de algún tiempo, me matriculé ya regularmente en artes y comencé a cursar todas las asignaturas. Fue allí donde conocí a una amiga con la que luego compartí su casa y la de su marido. Instalamos nuestro taller de arte y artesanía en el pequeño salón del que disponíamos y donde por cierto, yo tenía también mi cama.

Con los primeros pesos que cobré, compré un tocadiscos Winco. Era necesario para alegrar nuestras largas veladas de trabajo. Fabricábamos bolsos, cintos, sandalias de cuero además de cumplir con la programación de la escuela, que imponía un buen ritmo. El barrio donde vivíamos, alejado de la ciudad, contaba con un buen grupo de amigos intelectuales. Escritores poetas y pintores además de otras profesiones liberales como dentistas, abogados y periodistas. Nos sentíamos arropados y muy motivados. Una escritora vecina y amiga, tenía junto a su marido una librería pequeña, muy vanguardista, donde reunían la mejor literatura.

Cuando el clima político empezó a enrareserse, nuestros amigos decidieron cerrar su botica por temor a represalias y liquidaron todos sus libro , discos,  posters y demás enseres entre los amigos que fuimos comprando sus pertenencias a bajo precio Yo adquirí un lote de cinco discos de pasta entre otras cosas. Música que me acompañó siempre. Los discos eran uno de Joan Baéz, uno de los Beatles, el Submarino Amarillo, la banda sonora de Lo Bueno, Lo Malo y Lo Feo, un disco de María Helena Wols y el quinto quiero recodar que era uno de Mercedes Sosa. 


Esos discos los escuchamos en nuestro pequeño Winco cada tarde noche cuando nos disponíamos a trabajar. Joan báez era una de mis estrellas favoritas en las interminables noches de soledad y silencio. No se porque razón esos cinco discos más otros que fui adquiriendo, llegaron a nuestra casa de Madrid en la maleta de la hermana mayor de Mario, después de muchos años de haber dejado Argentina.






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