domingo, 26 de abril de 2020

CIERTA NOSTALGIA


que se transforma rápidamente en alegría cuando por las razones que sean, el pensamiento me lleva a mi antigua casa madrileña, en la calle san mateo 12. Aquí viví casi treinta años y fue el escenario de la adolescencia y juventud de mis hijos Paula y Antonio, aquí montaron sus primeros tableros para cursar ambos, la carrera de arquitectura, aquí festejaron sus cumpleaños con amigos, con profesores y compañeros de carrera, aquí jugó mi nieto hasta cumplir sus 13 años, cuando bajaba desde noruega, su casa, con su madre a pasar veranos o vacaciones de invierno, en esta casa donde recibí a toda mi familia y la familia de mario cuando llegaban desde argentina. Bueno este tema lo trataré más detenidamente más adelante. Vino a mi pensamiento porque hablando de los muralistas mexicanos, recordé que tuvimos siempre en la cocina de casa un posters de Rufino Tamayo con su universo de sandías coloristas y casi cubistas, uno de diego rivera con la mujer mexicana con su fardo de calas a la espalda y que siempre me recordó a las cajas de calas que armaba mi madre y que viajaban hasta cuchi corral en santiago del estero para honrar a sus muertos. También colgaba de las paredes de la cocina, un dibujo de rafael alberti, colorista , sutil y muy poético como todos los dibujos con los que rafael albert ilustraba sus propios poemas, poemas de esa arboleda perdida a la que él también hace referencia.









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