sábado, 11 de abril de 2020

ESPUMA BLANCA

Segundo semestre del 68, octubre. Estudiábamos literatura Argentina, con mi compañera y amiga Helena, una de las asignaturas de la carrera de letras modernas. Con Helena cursamos el último curso del colegio secundario Alejandro Carbó y de inmediato nos matriculamos para hacer el cursillo de ingreso que nos permitiera acceder a las clases regulares en esta facultad. Las primeras cuatro asignaturas de la carrera eran literatura Argentina, literatura Alemana, literatura Española y Lingüística. A los pocos días de comenzar las clases conocimos a una estudiante mendocina que se acercó a nosotras para invitarnos a compartir la preparación de la asignatura, en su casa. Por entonces Helena y yo estábamos todo el día juntas. Cafeteábamos en la cantina de la escuela de artes, cosa que motivó que también nos matricularamos en el taller libre de artes. Así fue como empezamos a preparar esta asignatura en casa de nuestra compañera Bettina. Vivía y compartía vivienda con su prima Mónica y su marido Raúl. En esta casa fui muy feliz y encontré hermosos referentes de libertad y fraternidad.Todos los que se acercaban a la casa eran estudiantes de otras provincias y que al vivir sin sus familias creaban verdaderos lazos de hermandad con los nuevos amigos. Entre las horas de estudio aprovechábamos para tomar mate y refrescarnos con largas conversaciones existenciales y políticas. Los fines de semana organizábamos algún asado con guitarras ya que tanto Betina como Mónica y Raúl tocaban la guitarra y cantaban muy bien. Fue aquí donde conocí a muchos cantantes de la nueva trova argentina cubana, española, francesa incursionando en cantautores además de los músicos brasileros como Vinicius de Moraes entre otros muchos.


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