VENÍA DESDE OTRO BARRIO

Cada lugar donde  transcurre nuestra vida, alberga innumerables historias, "únicas", de sus moradores, hoy fijo mi mirada sólo en aquellos personajes que por las razones que fueran, despertaron  mi curiosidad cuando era una niña , jugando siempre en las calles y aceras circundantes a mi casa familiar. El barrio estaba lleno de niños que como nosotros, entretenían sus tardes y en verano a todas horas  con juegos, aprendiendo canciones en corro o inventando fiestas donde cobrábamos entradas  para acceder a los espectáculos. Hoy quiero poner la descripción al servicio de algunos actores del barrio que por sus particularidades, llamaban mucho nuestra atención.

El primero en esta secuencia es Carlitos, el conductor del tranvía, un tranvía que sólo existía en su cabeza, tenía alrededor de treinta años y sus cabales no le permitían ver la misma realidad que nosotros veíamos. Venía desde otro barrio, atravesando muchas calles y pasaba por delante de nuestra casa donde estábamos un grupo grande de niños jugando, al verlo, corríamos demostrando nuestra extrañeza y desconcierto por tan inhabitual comportamiento.

Vestía con un traje gris y gorra  como lo hacían los trabajadores  que conducían los tranvías en aquella época. En su mano, una especie de volante que hacía girar hacia un lado y otro emulando los movimiento de brazos  cuando conduces un coche,. Este volante tenía una bocina- corneta que sonaba en todas las bocacalles, donde disminuía el ritmo de sus pasos para permitir que los coches siguieran su camino , sólo con las bicicletas, no detenía su andar , fijando su prioridad frente a ellas. Los transeúntes no disfrutaban de su interés, sólo los vehículos rodados. Mis padres nos explicaron que así,  él era feliz y que nuestra lógica, no era la misma que ejercitaba la cabeza de carlitos y nos dijeron que le respetáramos como era y que no interfiriéramos en su camino. Así lo entendimos y carlitos fue aceptado como un tranviario más del barrio.