El camino a través de alemania , nos llevaba a suecia,
nuestra casa durante seis años, manejábamos el idioma y nuestra hija paula
, tendría un hijo allí, eso hacía que mis raíces se extendieran por
tierras escandinavas. La banda sonora que nos acompañó a través de las
interminables y excelentemente señalizadas carreteras alemanas fue la del
cancionero del cantautor y poeta holando-sueco, cornelis
vreeswijk interpretando en sueco canciones de víctor jara como te
recuerdo amanda. Este trovador que decía "jag minns dig amanda pa en
regnvat gata"..... "och ingenting ar vigtigt utom att du ar
kar...." Hicimos un alto en colonia,
quríamos visitar la catedral (1248-1810 ) en el centro de la ciudad. De
157 metros de altura y centro de peregrinación en el medioevo. En esta catedral, los alemanes dejan de lado el
románico para emular los nuevos cánones arquitectónicos franceses, donde el
gótico de chartres, reims y amiens , demostraban su magnificencia. Entramos y nos sentamos en el centro de aquél recinto
inmenso , silencioso y casi en penumbra donde tus ojos se elevan al cielo, y
siendo atea como yo soy, armas tu propia plegaria invocando a
todos tus amores, te acuerdas de tu madre, de tu abuela y de todos los que
no están pero que siguen contigo en esta peregrinación que es la vida. Aquí retomé el pensamiento de que íbamos a
la boda de mi hija paula y sonreí con ellos, pensando en los encuentros que te
ofrece la vida. Siempre me gustaron los espacios catedralicios, quise
que los modelos arquitectónicos de casas familiares tuvieran como concepto la
altura de los techos para que el aire y los pájaros pudieran circular sobre
nuestras cabezas. Cuando retomamos las carreteras alemanas nos sentíamos
más cerca y con más ganas de llegar, pero el camino es largo y hay muchos
puentes que cruzar para llegar a destino.
Pasamos por gröningen, oldemburgo, bremen, hamburgo,
evitando entrar en las ciudades donde más de una vez en viajes anteriores,
perdimos la brújula y nos dejamos llevar entre las calles
empedradas de esta vieja europa que tantas imágenes ha creado en los
imaginarios colectivos y en los muy personales .
Cuando llegamos a flensburg, en la frontera con
dinamarca, y teníamos que cruzar aquella gran isla para entrar a tierras
escandinavas , decidimos hacer una pausa , recomponer el aliento y
preparnos para disfrutar cada segundo, entre el agua, los puentes, los
barcos, y el cielo , que estaba azul como pocas veces lo habíamos visto en
nuestros seis años de vida en estos mares.
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