Botticelli perfeccionó el arte decorativo en el Renacimiento, destacando como retratista y como intérprete de temas mitológicos, alegóricos y religiosos. Su obra revela un minucioso estudio del paisaje y de la anatomía humana, fusionando conocimiento técnico con una profunda sensibilidad estética. Fue redescubierto en el siglo XIX por los prerrafaelistas, quienes lo tomaron como referente por la pureza y elegancia de su estilo. El uso refinado del color, la gracia en el dibujo y el tratamiento delicado de las figuras convierten sus composiciones en auténticos poemas visuales. En ellas, los desnudos femeninos se integran con sutil armonía en escenarios botánicos, donde cada planta y flor aparece representada con esmero y exactitud, revelando un inventario naturalista de especies descritas con meticuloso detalle.
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