La abuela Emilia quería conocer los hitos más importantes de la cultura del Báltico, con la mítica idea de los vikingos surcando los mares helados y navegando a través de los ríos caudalosos que bajan de los fiordos. Soñaba con las noches doradas de sus auroras boreales y las embarcaciones de troncos y teito, al igual que sus iglesias y sus míticas cabañas. Con esta mitología histórica en la cabeza nos llevó a conocer el museo de barcos "Vasa Museum" o la Liga Hanseática, cuya sucursal en Bergen conocimos y firmamos sus libros de visitantes. Nos narró las historias de esa Liga fundada en Lübeck en el año 1356; fue la primera reunión de las ciudades comerciales que formarían la unión, formalizando oficialmente la "Liga Hanseática" dos años más tarde, en 1358. Fue una federación comercial y defensiva de comunidades y comerciantes alemanes en el mar Báltico y de ciudades que ahora se encuentran en los Países Bajos, el norte de Alemania, Suecia, Polonia, Letonia y Estonia. La lengua franca usada a lo largo de toda la Liga Hanseática fue el bajo alemán medio. Tenía su sede en Lübeck. A través del libre comercio y de una burguesía empresarial, ciudades portuarias unas y costeras otras, al lado de importantes ríos navegables, lograron un alto nivel de prosperidad, algunas de las cuales siguen mostrando valiosas características culturales y arquitectónicas. La creciente independencia económica y las conexiones familiares entre influyentes familias de mercaderes condujeron a una mayor integración política y comerciales estandarizadas entre las ciudades de la Liga. Habían llegado los barcos hasta la ciudad rusa de Novgorod remontando los ríos navegables y se fundaron ciudades en torno al Báltico: Lübeck, Rostock, Wismar, Stordswald, Stettin, Danzig, Elbing, desarrollando lazos muy fuertes que se fueron consolidando legalmente como gremios y entidades económicas muy sólidas.
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