Caminar entre señales, sorteando lo que no puede pisarse. No saltar el límite impuesto. Los obreros trabajan a destajo para componer lo no calculado, lo que invade el espacio de los viandantes, pero que se fuerza para ganar un palmo de terreno. Ahí andamos, entre andamios y grúas gigantescas que intentan construir espacios de felicidad.
Recuerdo mis clases de geometría con mucho cariño. Me gustó decantarme por esa asignatura para transmitir algo potente a mis alumnos: la idea del equilibrio, de la sensibilidad, de la síntesis, del minimalismo. Todo eso se desprende de ahí: la armonía de las formas.
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