miércoles, 27 de mayo de 2020

SEVILLA

Nuestro itinerario marcado era sevilla , iniciamos nuestro viaje en frigiliana, bajamos a nerja y mis hermanas compraron en el balcón de europa sus tan preciados recuerdos. Con mario llenamos nuestras canastas con zumos y armamos una bolsa de bocadillos vegetales con queso de cabra y jamón del terreno, deliciosos,  para comer en los viajes compartidos y amenizar las merendolas en algún buen merendero elegido. Cuando llegamos a antequera una señalización nos mostró la dirección de un parque nacional, atracción asegurada en medio de la naturaleza. El cartel decía " paisaje kárstico de interés geológico " , allí nos dirigimos y fue un descubrimiento muy grato, como todos los rincones que encuentras por los caminos y que a veces no están en tu ruta trazada de antemano. El torcal de Antequera, un territorio especial por las formaciones escultóricas en las piedras calizas. Verdaderos dólmenes de piedras superpuestas, un museo pétreo natural y sorprendente. No he vuelto a este sitio desde entonces pero lo recuerdo siempre en compañía de mis hermanas, de mis hijos y de mario., tengo fotografías maravillosas que  inmortalizan estos momentos. Seguimos viaje hacia sevilla donde llegamos a la hora donde ya toca buscar alojamiento, la hora del crepúsculo. Encontramos con nuestro buen olfato y nuestra excelente predisposición un apartamento en el mismísimo barrio de santa cruz , entre los naranjales que  decoran plazas y barrios  y que cuando los azares despuntan, el perfume que exhalan te cautiva.

Un lugar hermoso, dos grandes habitaciones con ventanales a la plaza, un salón con cocina, dos baños  y una señora , la dueña que vivía con su perro en el departamento contiguo que nos ofreció desayuno casero y servido a las 10 de la mañana, todo un lujo- Mientras desayunamos nos marcó en el mapa todo lo que debíamos visitar , haciendo hincapié en que nos cogiéramos un barquito para que durante una hora, nos paseara por el río guadalquivir, desde luego que lo hicimos. La caminata por Sevilla fue un lujo, días frescos y luminosos en un enero cálido y con muy poco turismo. La catedral, la torre del oro, el alcázar, y nos fuimos a comer nuestros suculentos bocadillos al parque maría luisa. Mis hermanas  con paula y antonio, subieron a un carruaje  con caballos  y los paseó a los cuatro durante una hora por el parque y aledaños. Mario y yo aprovechamos para escribir nuestras postales de rigor para mandar a amigos y familia como lo hacíamos en todos los viajes. Mario recordó con mis hermanas, todos los relatos que su madre le contaba de pequeño, haciendo referencia a sus parientes andaluces de esta zona y que ella recordaba en un viaje que realizó de pequeña con su madre y sus hermanos y que duró muchos meses, que interrumpió la guerra civil española que los obligó a volver de inmediato a argentina.

Volvimos  al departamento donde las dos noches que estuvimos pudimos charlar largas horas con la dueña de la casa  que le contó a mis hermanas su vida y la de su familia en aquélla época oscura  de la guerra y la posguerra. Mis hermana escucharon con mucho interés sus relatos, tengo que decir que esta señora era una excelente narradora, las atrapó de inmediato. Después de desayunar iniciamos el viaje a córdoba, comenzó a llover torrencialmente. Antonio, que viajó todo el camino con mis hermanas, no pudo practicar la conducción al volante que mis hermanas le enseñaban en los caminitos secundarios. La lluvia no cesó hasta llegar a córdoba donde alquilamos unas habitaciones en una pensión en el barrio de la judería, a pocas calles de la mezquita. Desplegamos nuestros paraguas y caminamos bajo la lluvia hasta el puente romano, donde decidimos volver porque el agua era tanta que no nos permitió avanzar. La mañana siguiente conocimos los baños árabes y la tan esperada mezquita, una joya  que marcó el final de este hermoso viaje que recordaríamos siempre con mis hermanas, con mis hijos en unas edades hermosas para compartir con estas dos tías tan queridas y tan entusiastas, siempre dispuestas a improvisar y disfrutar
Cuando volvimos a madrid, nos esperaba una ciudad muy querida y muy vital. 

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