lunes, 18 de mayo de 2020

OSLO

El día amaneció diáfano y fresco. La luz de escandinavia en verano es perenne, casi veinticuatro horas. Llegas a pensar que nunca más las sombras envolverán el día y que la noche fue engullida por las aguas y conducida hasta las profundidades de los  fiordos  para reaparecer convertida en auroras boreales. El camino desde gotemburgo a oslo, por carreteras estrechas y flanqueadas por bosques de abedules y densos pinares. Ya habíamos concertado el pequeño apartamento donde viviríamos esos días, un lugar próximo al parque "frongnerparken, al oeste del centro de oslo,  Un parque, en cuyo interior el escultor noruego Gustav Vigeland  (1907-1942) desarrolló su obra.  Más de 200 piezas escultóricas que el ayuntamiento le encargó para poblar el parque. Esculturas donde las figuras humanas  marcan el paso del tiempo, las edades de hombres y mujeres que muestran su desnudez, su belleza y al mismo tiempo su aplomo. Las figuras se entrelazan en algunos conjuntos escultóricos expresando fortalezas, creando monolitos o simplemente flotan bajo los árboles en una fuente de gran belleza, donde cuerpos de ancianos están tratados con delicadeza y veracidad, mostrando así que la vejez también es bella. 

Las palomas fueron el entretenimiento de Paula y Antonio, que corrían detrás  de ellas mientras nosotros disfrutamos de este lugar, único por la calidad y cantidad de esculturas expuestas al aire libre , para que puedan ser admiradas por todos los visitantes  que como nosotros recorríamos el  parque. Aquí montamos nuestro almuerzo campestre, habíamos elegido y comprado en el supermercado  todas las curiosidades que nos apetecía probar más los apetitosos panes de cuya variedad hacen gala los noruegos. Después de  relajarnos, caminamos hasta el pequeño museo del pintor edvard munch que está situado en el parque contiguo al vigeland, en toyen,  " gamle Oslo" el casco antiguo de la ciudad  aquí tomamos café y los niños sus helados prometidos´, compramos y escribimos nuestras postales, tarea incluída  en los descansos, en las pausas de café. Queríamos conocer el museo del pintor noruego por excelencia, Edvard Munch,  cuyo cuadro más famoso e icono de la pintura noruega , "el grito", "skrik",  nos dijeron que estaba expuesto en la galería nacional de noruega donde nos desplazamos al día siguiente para disfrutar de las obras de todos los creadores clásicos noruegos. 

Caminamos por por la ciudad medieval, y por el parque medieval, cuando llegamos al botánico, decidimos volver al departamento para relajarnos y dejar para el día siguiente lo que teníamos en nuestra planificación y que  creaba espectativas en los niños,  el museo de barcos vikingos. Paseaba por un sendero con dos amigos, el sol se puso de repente, el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio.  Sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad. Mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad.  Sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza". Así describe edvard munch  su cuadro icónico  "el grito "skrik",  considerado la obra maestra de la pintura noruega. Este pintor psicológico y dramático, cuya madre y una de sus hermanas mueren de tuberculosis y otra de  sus hermanas es ingresada en un psiquiátrico, por trastorno bipolar. Su obra expresa esa turbulencia emocional con  la expresividad del color  en la representación de la naturaleza  escandinava donde los cielos con sus auroras boreales son verdaderas óperas visuales. La obra de este pintor se reúne en un nuevo museo, junto al Teatro de la ópera. Es un edificio diseñado por Juan Herreros, arquitecto español. Será inaugurado en breve  y con sus 60 metros de altura cambiará el perfil de la ciudad, con el fiordo de fondo como en el cuadro "el grito", y cuya parte superior se inclina hacia el agua. 2020 es ya un año especial para la ciudad de Oslo.

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