lunes, 4 de mayo de 2020

LA EDUCACIÓN Y EL ARTE

En ese largo viaje repasé mi vida en escandinavia con mi compañero de asiento Louis un joven francés que vivía en Frankfurt y venía de visitar a su novia en Malmo. Cuando tienes tantas horas por delante la conversación con un interlocutor joven y que casualmente comparte intereses contigo, puede hacer que un recorrido muy largo, te parezca muy breve. 

Durante mi estancia en Lund, mis intereses giraron siempre alrededor de la educación y el arte. Hice un curso de educación infantil después de cursar varios meses en la escuela de idiomas donde se impartían los cursos intensivos de sueco, imprescindibles para poder luego estudiar o trabajar  o sencillamente integrarte en una sociedad tan diferente a la de donde yo provenía. Cuando cursé ese año de pedagogía junto a tres de mis amigas latinas nos llevaron a conocer escuelas cuyas líneas pedagógicas se venían desarrollando con verdadero interés en las ciudades y en las comarcas rurales en toda escandinavia. 

Conectamos con Louis al comprobar que ambos estábamos interesados por las corrientes de montesori y sobre todo habíamos experimentado placer al recorrer algunas escuelas que seguían la pedagogía Waldorf, hablamos de Rudolf Steiner, gran investigador de la obra científica de Goethe, que Louis conocía muy bien y sobre todo sobre su pedagogía que implicaba educar en libertad, la idea del arte como motor, la geometría como lenguaje de las formas, el desarrollo de las individualidades, dentro  del proceso evolutivo de sociedades en continuo cambio. Me habló dela teoría antroposófica de Steiner que yo desconocía, y que me abrió una corriente de nuevos intereses. Pero lo que recuerdo con más claridad fueron Las sensaciones que ambos habíamos experimentado con las vivencias de los niños en el bosque, esa educación al aire libre, ese culto de los escandinavos por que el niño viva el bosque con naturalidad y confianza. Que el bosque sea un motor de inspiración, que desarrolle su independencia, su autosuficiencia. Que sienta la naturaleza como su compañía. 

Una pedagogía vinculada al análisis, interpretar los conceptos más abstractos, más oníricos, más poéticos, escuchar la naturaleza, oler sentir, interpretar, ejercitar la intuición, la deducción , tener esa capacidad de análisis y síntesis, vivir dentro de la naturaleza  el flujo de las estaciones. La nieve bajo los pies los colores de la primavera o el otoño, vivir la desnudez en las aguas frías de sus lagos en verano o pisar el hielo sobre las hojas. Hacer fogatas entre los árboles, recoger vallas en temporada. Esa bosque escuela en suecia "la skogsmulle"  es una práctica educacional escandinava que nos fascinó a Louis y a mi y que nos sensibilizó para siempre, en eso coincidimos y nos sentimos agradecidos de haberlo podido conocer, descubrir, estudiar y vivir en directo, y yo aún más al tener dos hijos pequeños que crecieron en ese ambiente. 

Hoy reflexiono sobre mi nieto Christian que puede cruzar una montaña con treinta kilómetros como reto personal y en solitario, disfrutando de todo ese bagaje conseguido por la educación escandinava, sólo lo acompaña su "mulle", ese personaje duende que ayuda a los niños a cuidar y amar la naturaleza. Cuando Louis bajó del autobús en Frankfurt nos abrazamos contentos me sentí que había hecho uno de los mejores recorridos mentales que podría haber realizado sobre escandinavia antes de llegar a Barcelona. Siempre hablo de los encuentros casuales o de los hechos fortuitos que  pueden cambiar tu eje de pensamiento y a veces el sentido de tu vida.

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