lunes, 3 de marzo de 2025

Colegio Manuel Lucero







Mi escuela primaria, el Colegio Manuel Lucero, estaba situada en la calle del mismo nombre, que también era una de las calles donde se encontraba mi casa familiar. Esta hacía esquina con la calle Rivera Indarte, y creo recordar que el número era 2203. El teléfono de mi casa era el 77272, uno de los pocos que había en el vecindario, por lo que los vecinos solían acudir a hacer alguna llamada necesaria, y mis padres, gentilmente, se los permitían por cortesía. Cuando comencé el primer grado, con seis años, mis dos hermanas mayores ya habían pasado al colegio secundario. Solo mi hermana Berta compartió conmigo la caminata hasta el colegio durante dos años; luego pasó a la siguiente etapa, que, como mis otras hermanas, emprendió en el centro de la ciudad, en el Colegio Normal de Profesores Alejandro Carbó. Mi hermano Pablo, al igual que todos los chicos varones, cursaba sus clases por la mañana, mientras que las niñas asistíamos por la tarde.

Recuerdo que caminaba unas cuadras por la misma calle de mi casa hasta la puerta de mi maestra de primer grado, que vivía al lado del colegio. La llamábamos cariñosamente "la señorita Negrita", y solía esperarla en la puerta para llegar con ella al colegio. Era una persona encantadora, impecable, con una sonrisa permanente en su rostro. Soltera, vivía con sus padres, tan cordiales como ella. Así comenzaba mi tarde en la escuela cada día. Este colegio significó para mí la prolongación de mi hogar. Tengo un recuerdo muy grato de mi paso por allí: era mi barrio, mis vecinos, mis amigos, las calles, las casas, la plaza... todo era familiar. Cursé seis años y culminé llevando la bandera por ser la mejor alumna del último curso.

Todos mis recuerdos son felices. Me sentía afortunada de tener cuatro hermanos mayores que cuidaban de mí, unos padres cariñosos y una familia amplia, con tíos, tías, primos, primas y, por supuesto, mi querida abuela Raquel, que venía todos los veranos a compartir dos meses con nosotros. Además, estaba nuestra querida empleada María, que era como parte de la familia. Esta fue mi escuela primaria, el Colegio Manuel Lucero, que siempre pongo como ejemplo de excelente pedagogía y grandes maestros. Contaba con un consultorio odontológico para cuidar la salud dental de los niños, clases con 40 alumnos, un dispensario de primeros auxilios, gabinetes de mapas para geografía, un gimnasio y amplios patios para el juego.


 

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