La idea de Bofill sobre la importancia de la arquitectura como hábitat social, cultural y logístico me emocionó, sobre todo la revalorización que hace del pensamiento colectivo, de la discusión y de la interrelación para la planificación tanto de viviendas sociales como del rediseño urbanístico de una ciudad. Hoy se ha perdido el discurso y el estudio sobre las necesidades y proyectos de una generación joven que todavía quiere vivir en comunidad, en espacios bonitos, elegantes, económicos, bien diseñados y dotados de nuevas tecnologías y nuevos espacios de ocio y creación. El rediseño de barrios, de manzanas de interrelación y de interacción se va desvaneciendo poco a poco en el batiburrillo de discursos sin contenido bibliográfico ni profesional. La arquitectura tiene que volver a ponerse en el centro, como foco de atención en la generación de todos los planes habitacionales, ya sean viviendas sociales, complejos turísticos o zonas de gran influencia cultural y social.
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