viernes, 26 de septiembre de 2025

Los castros gallegos son antiguos poblados fortificados de la cultura castreña, construidos por los celtas en Galicia desde finales de la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro y la llegada de los romanos.






Se caracterizan por su ubicación en lugares elevados y estratégicos, sus murallas defensivas de piedra y tierra, y las viviendas de planta circular. Algunos castros notables incluyen el Castro de Baroña, el Castro de Santa Trega y el Castro de Viladonga, todos ellos situados en colinas o montañas, con vistas al mar y a las zonas de actividad agrícola. Estos asentamientos estaban rodeados por fosos o potentes muros de piedra. La vivienda de planta circular fue la más habitual, aunque con la llegada de los romanos también se adoptaron formas cuadradas o rectangulares. Además de su carácter defensivo, los castros funcionaron como centros sociales y económicos. El Castro de Baroña (A Coruña), el Castro de Santa Trega (Pontevedra), el Castro de Viladonga (Lugo) y el Castro de San Cibrao (Ourense) constituyen ejemplos emblemáticos. Los castros son verdaderos legados arqueológicos de la cultura castreña y se consideran entre los más impresionantes de la Europa atlántica, pues permiten visualizar cómo era la vida en aquellos antiguos asentamientos.

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