Este final de octubre queda marcado por la tristeza y el desasosiego ante la devastación provocada en España, y especialmente en la Comunidad Valenciana, por la DANA y el desbordamiento de los ríos. No olvidaré aquella noche antes de tu partida hacia Galicia, cuando llamé a Mario al balcón para observar la cortina de agua que caía con una intensidad inusual sobre la calle San Millán, en Málaga. Apenas llueve así en esta ciudad; el sonido de la lluvia en las ramas verdes, aún con un otoño retrasado, era impactante. Siento una profunda solidaridad con todos los damnificados. Mi corazón duele al ver y escuchar las noticias. Hoy, más que nunca, debemos ser fuertes, avanzar con claridad y determinación. La solidaridad es una palabra noble y sincera, y bajo su significado, "miramos el futuro sin descanso".
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