Aunque sufre de problemas de salud y una altura reducida debido a un accidente, se muda a París en 1881 y posteriormente al animado barrio de Montmartre en 1884. Allí, rodeado de artistas como Edgar Degas, se sumerge en la vida nocturna y se convierte en un habitué de lugares de entretenimiento como el Folies Bergère y el Moulin Rouge. A diferencia de los impresionistas, se enfoca en retratar la vida en espacios cerrados con luz artificial, destacando actores, bailarines y prostitutas en su cotidianidad. Ridiculiza la hipocresía de la élite que condena públicamente los vicios que disfrutan en privado, convirtiéndose en un agudo cronista social. Tras su muerte en 1901, su madre y su marchante establecen el Museo Toulouse-Lautrec en Albi en 1922. Pertenece a la vanguardia del modernismo y el art nouveau, siendo un genial dibujante e ilustrador que documentó incansablemente una época decadente y contradictoria en Francia y toda Europa.
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