viernes, 5 de septiembre de 2025

La estrategia del color






No es adorno sino un sistema de lectura que altera la percepción y define el carácter de cada pieza; rojos eléctricos, verdes industriales, negros brillantes, violetas densos o fucsias festivos aparecen como umbrales emocionales que transforman lo que tocan, creando ritmos y disonancias que desestabilizan cualquier expectativa cromática convencional. El color se convierte en una piel viva, en un lenguaje afectivo y táctil, que conecta lo formal con lo emocional, lo crítico con lo lúdico. Cada tono tiene una función estratégica: intensifica, camufla, contradice, dramatiza, subraya. No hay armonía, sino tensión cromática; no hay códigos fijos, sino mutaciones visuales que hablan de un cuerpo cambiante, impredecible. Así, el color opera como un signo móvil que a veces grita, a veces oculta, pero siempre activa una respuesta en quien mira.

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