Silencio de brisas y rugidos
Olor a tierra seca de pescadores
Montañas broncas, desgarradas,
quebradas por el viento persistente
Pedregales húmedos,
cuevas de cangrejos y alacranes
Luz de luces,
blanca, amarilla, calcinada
Dolor perdido de desiertos,
naufragio amargo,
lugar herido
de ilusiones rotas.
Costa frente a costa,
proximidad y lejanía.
Paraíso e infierno
Espejismo huidizo y elocuente
de tantas barcas sin destino.
Refugio oscuro de designios.
Cuenco fugaz de abrazos ateridos.
Salvavidas pétreo
de un horizonte errático.
Pisé la arena
Y vi tus ojos
oí tus gritos
de socorro, vanos
El rugir del mar
sofoca los sollozos.
sólo se oyen las risas
de la gente que navega.
Los náufragos no tienen ojos,
ni voces, ni ronquidos.
Murieron más allá,
en las rompientes de las aguas,
antes de que la ola amiga
los abrace y los proteja
de las fauces
No pudieron alcanzar la costa.
La arena suave
que calma los sollozos y la angustia
se diluye
al igual que el futuro prometido
Ya sólo esta planicie eterna
te llenará de luces
cabalgará contigo
entre desiertos
y te hará arena, sol, oasis
Mar, mar de todos
Satén ondulante y plomizo
Hueco del cielo.
Espuma continua de hilos violáceos
Ilusión azul de atardeceres.
Guarida de peces y mamíferos.
Un día hablarán después de muertos
abrirán las olas con sus gritos
y allá lejos
en el horizonte de un mar
oscuro y tenso
surgirán mil barcas nómades
para poblar con voces y susurros
este desierto azul de pescadores
Marisa Caminos 2014
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