domingo, 23 de noviembre de 2025

Una ráfaga de luz blanca inunda mis ojos

 


Y un impulso que sigo cada día para volver a empezar, para erguirme ante las horas que vienen y que quiero que sean bellas. El trabajo, las ideas y, sobre todo, el corazón que me palpita, gracias a ellos: a mis hijos, a mi nieto, a mi compañero de tantas lunas, que son los que están. Pero también merecen una sonrisa agradecida las que no están: las mujeres que conformaron mi vida y la llenaron de afecto y gratitud, todas claras como el agua de muchas fuentes, generosas, sabias y amorosas. Las que me hicieron conocer el arte, la literatura de la vida cotidiana ligada al trabajo doméstico, haciendo de la rutina un jardín de buenas propuestas. Las que me enseñaron que la amistad y la solidaridad están por delante del interés y del precio. 

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