martes, 14 de enero de 2025

Los viejos templos










Encierran sabiduría y una energía ancestral.
La piedra no tiene fecha de caducidad, no flaquea ni palidece.
Se sostiene entre los siglos, guardando secretos,
con moluscos petrificados en sus vísceras perennes.
Aguanta el embate de los follajes resistentes
y permite a los líquenes y musgos adherirse a ella,
resguardando sus anclajes frente a las adversidades climáticas.

Las piedras hicieron las casas para los animales y los hombres,
que supieron encontrar sus muecas y anclajes para unirlas.
Así, los templos se erigieron como guardianes silenciosos,
custodios de una memoria que no se desvanece.
Entre sus muros late el rumor de una energía
que trasciende el paso del tiempo.

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