martes, 14 de enero de 2025

El Museo del Prado en compañía de mi nieto y de Jerónimo Bosch, "El Bosco"



Este museo, ejemplo de la arquitectura neoclásica que hunde sus raíces en los clásicos griegos y romanos, está situado en el elegante Paseo del Prado y representa "nuestro corazón de Madrid". Colinda con el Jardín Botánico de la ciudad, la calle de los libreros y la famosa Cuesta de Moyano, por un lado, y por otro con la imponente iglesia de los Jerónimos. Esta última se encuentra integrada en la ampliación del museo proyectada por el arquitecto Moneo, quien diseñó un espacio catedralicio para albergar el claustro de esta colosal iglesia. La Puerta de Alcalá se alza cercana, sonriendo y custodiando el entrañable Parque del Buen Retiro, testigo de tantos paseos familiares y escenario de la Feria del Libro de Madrid. Las glorias de Cibeles y Neptuno flanquean este decimonónico contenedor de colecciones excelsas. Llegamos al museo con mi nieto una mañana clara y fresca de junio. Habíamos decidido centrarnos solo en uno de sus pintores y en un cuadro específico, ya que podríamos repetir las visitas al museo tantas veces como quisiéramos durante sus sucesivas estancias en Madrid. La obra elegida fue El jardín de las delicias, por la riqueza y complejidad de los escenarios, las escenas y la multiplicidad de personajes que encierra el cuadro. Recuerdo con qué minuciosidad y placer comentábamos la riqueza temática de aquel tríptico. Como siempre hacíamos después de nuestras visitas, pasamos por la librería del museo, compramos el puzle del cuadro y otros recuerdos, y nos dirigimos a la cafetería a tomar unas bebidas tonificantes. Allí hablamos sobre el pintor neerlandés y su obra, un tríptico pintado sobre tabla, compuesto por una tabla central y dos laterales, pintadas por ambos lados y diseñadas para cerrarse sobre la tabla principal. El alto contenido simbólico de la obra da pie a múltiples interpretaciones, aún más en la imaginación de un niño o joven. Otras obras como El carro de heno o La mesa de los pecados capitales obedecen a una intención moralizante y satírica. Sin embargo, nuestra intención fue interpretar el surrealismo de las escenas presentadas por el pintor, dejando de lado la lectura original que sitúa al paraíso y al infierno flanqueando al Jardín de las delicias. En este viaje de Navidad, recordamos aquel tríptico entre tantas otras visitas al Prado realizadas posteriormente.

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