viernes, 1 de mayo de 2020

DICIEMBRE 1974

Acababa de terminar las asignaturas de la carrera de escultura en la escuela de bellas artes de córdoba, mi ciudad. Dos meses de trabajo duro, entre bastidores, resinas de poliester , vermiculita, cemento, tablas de madera para las xilografías, pero sobre todo mucho esfuerzo físico para unos días de intenso calor y con un embarazo avanzado. Antonio que estaba en mi tripa debió ayudar a mantener la energía que puse en aquél propósito. La inestimable ayuda de mi muy querida suegra , emilia que cuidó de paula, y me llevó y buscó esos días. Me posibilitaron obtener un diez en grabado y un ocho en escultura, calificaciones que me levantaron la moral. Cuando regresé a casa , estaba muy fatigada, y con ganas de tomarme un respiro. Eran tiempos revueltos en donde aquélla primavera camporista pequeño período de respiro político, había dado paso con el regreso de perón y su posterior muerte a una época de terror  donde fuerzas militares, paramilitares, policiales, parapoliciales, propiciaron una represión ilegal. Una violencia indiscriminada, persecuciones, desapariciones ejecusión de personas sin juicio previo, torturas, secuestros. Las libertades políticas y civiles pisoteadas  destrozadas escribiendo esto hoy 1 de mayo , de 2020 en este día del trabajador que he festejado siempre con mis hijos, lloro, lloro aún por el dolor intenso que me produce recordarlo. Un tiempo muy muy oscuro, inimaginable desde una perspectiva democrática. Comencé con una frase. Un tiempo muy feliz, familiar, con mi hijo Antonio en mi vientre, con Paula con tres años, con Mario , con una vida por vivir  tamizada por el terror de ese fascismo ciego y miserable  que nos expulsó de nuestra cultura , de nuestras universidades, de nuestras escuelas, de nuestros sueños de un país lleno de luz, de poetas, de trabajadores festejando con sus hijos un día como hoy.

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